A menudo soy testigo o formo parte de una conversación en la
que algún profesional de la Seguridad, pública o privada, cuestiona la
funcionalidad y eficacia de lo que se ha venido a llamar Defensa Personal
Policial, basándose en juicios rápidos formados con “a prioris”. Para estas
personas no existe otra respuesta táctica adecuada, ante situaciones adversas,
que usar la pistola o, más modernamente, la pistola eléctrica o táser. No digo
esto como censura, pienso que cuando lo dicen están siendo sinceros y consideran
que la respuesta policial y adecuada pasa por usar esos medios porque los
consideran los mejores y más seguros. En este caso, el medio agresivo usado
legalmente (pistola de fuego o eléctrica), es la solución al caso. El sujeto es
irrelevante, únicamente lo es el medio, en este caso, el arma, y por
consiguiente, la Defensa Personal Policial no resulta funcional, a la hora de
la verdad dicen, no resulta útil.
Mi opinión es distinta a estas consideraciones. En cualquier
situación de conflicto un ser humano se ve sumergido en una miríada de procesos
cognitivos que altera su biología y su conducta. Las armas por sí solas no nos
dan la solución al caso, antes al contrario, lo complican por las consecuencias
que pueden traer. Una vez que las hemos usado no podemos revertir sus efectos
pues como todos hemos experimentado y sabemos por ello, vivimos en un mundo
donde el tiempo es irreversible. No podemos recuperar el disparo realizado ni
disparar a una velocidad más lenta. Por supuesto, esto no es un argumento en
contra del uso de estas armas, es un discurso sobre la superior capacidad de la
Defensa Personal Policial para resolver los conflictos y, en todo caso, un
discurso que busca considerar el uso de estas armas como un caso particular de
un principio táctico mayor que engloba a la Defensa Personal Policial pero que
tampoco se agota con ella.
Si he de pensar en el número de casos en los que he echado
mano de la pistola respecto de aquellos en los que me he servido de técnicas de
Defensa Personal Policial, he de reconocer que los segundos superan con creces
a los primeros; y si considero cuántas veces he tenido que disparar (nunca, por
suerte), pues más. Aunque considere casos en los que los profesionales hayan
usado sus armas de fuego, estoy convencido que en lo particular habrá sido en
una sola ocasión, o dos todo lo más. Esto quiere decir que la mayoría de los
problemas que enfrenta y soluciona un profesional de la seguridad, en España,
no requieren del uso de las referidas armas y que, en cambio, usamos otros
recursos para dar solución a los distintos casos que vivimos. Por lo común,
entre esos recursos a los que hago referencia, no se encuentran las técnicas de
Defensa Personal Policial porque si así fuera yo no me encontraría escribiendo
estas líneas. Así, que resolvemos los casos con mayor o menor fortuna, con
mejor o peor habilidad de nuestros recursos de las habilidades sociales.
Defiendo que la
Defensa Personal Policial es un conjunto de técnicas y principios tácticos
sumamente útiles para el desempeño de las funciones tradicionales de la Policía
y la Seguridad Privada. Permiten al profesional resolver con un alto
grado de eficacia un número enorme de conflictos sociales y con la garantía de
que son acordes con los principios básicos de actuación previstos por el
ordenamiento jurídico.
¿Es la Defensa Personal Policial un conjunto de técnicas
derivadas de las Artes Marciales? ¿Bastaría aprender algunas técnicas para
salir adelante en cualquier conflicto?
Estas sencillas preguntas las respondo con un NO rotundo. La
Defensa Personal Policial es mucho más que un conjunto, más o menos dispar, de
técnicas traídas de las llamadas Artes Marciales, y habría de matizarse qué
queremos entender por “aprender”. Uno no aprende la técnica hasta que la ha
interiorizado, la ha estudiado desde mil enfoques distintos y la ha practicado
en diversas situaciones tácticas. Hasta tanto, uno no tiene sino un guión.
¿Por qué falla mi técnica, dicen algunos?
Bueno, pues falla por muchos motivos y nunca el motivo es
que “no sirve”. Falla porque somos humanos y como tales, en nuestra condición
orgánica, estamos sujetos a los referidos procesos cognitivos y metabólicos que
surgen como respuesta y, en respuesta, a los diferentes eventos y estímulos
ambientales a que estamos sujetos en nuestra vida profesional. Y así, bajo el
influjo de ellos, no hemos sido capaces de mantenernos debidamente acoplados al
dominio operacional en el que nos encontrábamos. Esto incluye el caso de haber
querido realizar o ejecutar una secuencia motora que debería haber llevado a la
culminación exitosa de una técnica de Defensa Personal Policial, pero que, por
el camino, por una mala praxis o ejecución deficiente, debida a nuestro
desconocimiento de ella, ha finalizado en un técnica fallida o desproporcionada.
Nos hemos movido muy mal, por ejemplo, sin conservar el debido equilibrio,
dando al traste con toda la técnica. Las cosas son así, una técnica NO SE
REDUCE A UNA SECUENCIA DE PASOS, incluye todo un mundo con ella.
¿Quieres
que funcione?
Sumérgete con nosotros en la aventura de descubrirte y
descubrir a los demás mediante la práctica de la Defensa Personal Policial.
Os dejo un vídeo de Youtube que ilustra de forma clara cómo,
la falta de adiestramiento en Defensa Personal Policial, complica sobremanera
la solución a un caso, por lo demás, no demasiado complejo, y donde el uso de
las armas mencionadas no tienen encaje legal en nuestro país y, por lo tanto,
en la solución al caso.