18 de diciembre de 2015

¿ES ÚTIL LA DEFENSA PERSONAL POLICIAL?

A menudo soy testigo o formo parte de una conversación en la que algún profesional de la Seguridad, pública o privada, cuestiona la funcionalidad y eficacia de lo que se ha venido a llamar Defensa Personal Policial, basándose en juicios rápidos formados con “a prioris”. Para estas personas no existe otra respuesta táctica adecuada, ante situaciones adversas, que usar la pistola o, más modernamente, la pistola eléctrica o táser. No digo esto como censura, pienso que cuando lo dicen están siendo sinceros y consideran que la respuesta policial y adecuada pasa por usar esos medios porque los consideran los mejores y más seguros. En este caso, el medio agresivo usado legalmente (pistola de fuego o eléctrica), es la solución al caso. El sujeto es irrelevante, únicamente lo es el medio, en este caso, el arma, y por consiguiente, la Defensa Personal Policial no resulta funcional, a la hora de la verdad dicen, no resulta útil.

Mi opinión es distinta a estas consideraciones. En cualquier situación de conflicto un ser humano se ve sumergido en una miríada de procesos cognitivos que altera su biología y su conducta. Las armas por sí solas no nos dan la solución al caso, antes al contrario, lo complican por las consecuencias que pueden traer. Una vez que las hemos usado no podemos revertir sus efectos pues como todos hemos experimentado y sabemos por ello, vivimos en un mundo donde el tiempo es irreversible. No podemos recuperar el disparo realizado ni disparar a una velocidad más lenta. Por supuesto, esto no es un argumento en contra del uso de estas armas, es un discurso sobre la superior capacidad de la Defensa Personal Policial para resolver los conflictos y, en todo caso, un discurso que busca considerar el uso de estas armas como un caso particular de un principio táctico mayor que engloba a la Defensa Personal Policial pero que tampoco se agota con ella.

Si he de pensar en el número de casos en los que he echado mano de la pistola respecto de aquellos en los que me he servido de técnicas de Defensa Personal Policial, he de reconocer que los segundos superan con creces a los primeros; y si considero cuántas veces he tenido que disparar (nunca, por suerte), pues más. Aunque considere casos en los que los profesionales hayan usado sus armas de fuego, estoy convencido que en lo particular habrá sido en una sola ocasión, o dos todo lo más. Esto quiere decir que la mayoría de los problemas que enfrenta y soluciona un profesional de la seguridad, en España, no requieren del uso de las referidas armas y que, en cambio, usamos otros recursos para dar solución a los distintos casos que vivimos. Por lo común, entre esos recursos a los que hago referencia, no se encuentran las técnicas de Defensa Personal Policial porque si así fuera yo no me encontraría escribiendo estas líneas. Así, que resolvemos los casos con mayor o menor fortuna, con mejor o peor habilidad de nuestros recursos de las habilidades sociales.

Defiendo que la Defensa Personal Policial es un conjunto de técnicas y principios tácticos sumamente útiles para el desempeño de las funciones tradicionales de la Policía y la Seguridad Privada. Permiten al profesional resolver con un alto grado de eficacia un número enorme de conflictos sociales y con la garantía de que son acordes con los principios básicos de actuación previstos por el ordenamiento jurídico.

¿Es la Defensa Personal Policial un conjunto de técnicas derivadas de las Artes Marciales? ¿Bastaría aprender algunas técnicas para salir adelante en cualquier conflicto?

Estas sencillas preguntas las respondo con un NO rotundo. La Defensa Personal Policial es mucho más que un conjunto, más o menos dispar, de técnicas traídas de las llamadas Artes Marciales, y habría de matizarse qué queremos entender por “aprender”. Uno no aprende la técnica hasta que la ha interiorizado, la ha estudiado desde mil enfoques distintos y la ha practicado en diversas situaciones tácticas. Hasta tanto, uno no tiene sino un guión.

¿Por qué falla mi técnica, dicen algunos?

Bueno, pues falla por muchos motivos y nunca el motivo es que “no sirve”. Falla porque somos humanos y como tales, en nuestra condición orgánica, estamos sujetos a los referidos procesos cognitivos y metabólicos que surgen como respuesta y, en respuesta, a los diferentes eventos y estímulos ambientales a que estamos sujetos en nuestra vida profesional. Y así, bajo el influjo de ellos, no hemos sido capaces de mantenernos debidamente acoplados al dominio operacional en el que nos encontrábamos. Esto incluye el caso de haber querido realizar o ejecutar una secuencia motora que debería haber llevado a la culminación exitosa de una técnica de Defensa Personal Policial, pero que, por el camino, por una mala praxis o ejecución deficiente, debida a nuestro desconocimiento de ella, ha finalizado en un técnica fallida o desproporcionada. Nos hemos movido muy mal, por ejemplo, sin conservar el debido equilibrio, dando al traste con toda la técnica. Las cosas son así, una técnica NO SE REDUCE A UNA SECUENCIA DE PASOS, incluye todo un mundo con ella.

¿Quieres que funcione?

Sumérgete con nosotros en la aventura de descubrirte y descubrir a los demás mediante la práctica de la Defensa Personal Policial.


Os dejo un vídeo de Youtube que ilustra de forma clara cómo, la falta de adiestramiento en Defensa Personal Policial, complica sobremanera la solución a un caso, por lo demás, no demasiado complejo, y donde el uso de las armas mencionadas no tienen encaje legal en nuestro país y, por lo tanto, en la solución al caso.